Ayudas especiales y técnicas de rehabilitación para mejorar la calidad de vida de las personas con baja visión 

En España se estima que hay 1,8 millones de personas que padecen una reducción importante de su capacidad visual. El envejecimiento es la principal causa de la baja visión, pero no la única. 

25/07/2024

Con el aumento de la esperanza de vida de las últimas décadas, la prevalencia de patologías visuales que derivan en baja visión se han ido incrementando. La baja visión es la condición visual que padece una persona con una reducción importante de su visión, que no mejora utilizando la adecuada ...

Con el aumento de la esperanza de vida de las últimas décadas, la prevalencia de patologías visuales que derivan en baja visión se han ido incrementando. La baja visión es la condición visual que padece una persona con una reducción importante de su visión, que no mejora utilizando la adecuada corrección con gafas convencionales, lentes de contacto e, incluso, acertados tratamientos médicos o quirúrgicos, incapacitando al paciente para la realización normal de las tareas de la vida cotidiana y mermando en gran medida su estado anímico y autonomía.

Sin embargo, la baja visión no es un defecto visual en sí mismo, por lo que no puede compensarse con ayudas ópticas tradicionales. Se trata de aprovechar el resto visual que quede, con técnicas y prescripciones ópticas especiales. Es decir, todavía no existen tratamientos definitivos para estas patologías y los existentes solo son efectivos para frenar la evolución en algunos casos, pero no para su curación. 

Del mismo modo, es importante señalar que la causa más común de baja visión es la edad, pero no debe descartarse que esta limitación visual pueda afectar en otros momentos de la vida, ya que puede estar causada por problemas visuales con orígenes o causas muy diversas, como debido a una lesión neurológica, malformaciones congénitas, o después de sufrir un accidente o enfermedad infecciosa.

Las causas más frecuentes de baja visión 

Sin embargo, en un 31 % de los casos está asociada a la degeneración macular asociada a la edad (DMAE). Se trata de una enfermedad degenerativa y progresiva que afecta a la mácula, el área central de la retina. Esta es responsable de la visión que se necesita para las actividades cotidianas como conducir, leer, navegar por Internet, reconocer rostros, etc. Con esta patología, el campo visual central se altera, por lo que pueden aparecer líneas onduladas, puntos ciegos o escotomas, distorsión y otros problemas visuales. Si no se le pone tratamiento puede conducir a una pérdida irreversible de visión y a la ceguera.

También es una causa muy frecuente la retinitis pigmentaria. En concreto, un 25 % de los casos de baja visión se deben a este grupo de desórdenes genéticos que afectan a la capacidad de la retina para responder a la luz. El paciente que la sufre puede presentar pérdida o dificultad de adaptación a la oscuridad, disminución de la visión periférica y de los colores y de la agudeza visual.

La miopía magna, responsable del 23 % de los casos de baja visión, también puede provocar diferentes enfermedades de la visión. Así, un miope cuyas dioptrías superan las cinco, multiplicará sus posibilidades de sufrir desprendimiento de retina, glaucoma, cataratas, etc.

La retinopatía diabética es la causante del 16 % de los casos de baja visión. La afectación de la visión por la diabetes es especialmente grave cuando ocurre en la retina, lo que se conoce como retinopatía diabética, y se estima que el 60 % de los diabéticos tendrá afectada la retina cuando lleven más de 20 años desde que fueron diagnosticados. La diabetes se trata de una enfermedad metabólica crónica en la que el paciente presenta picos de hiperglucemia, por lo que se debe controlar la glucosa en sangre y, también, vigilar la tensión arterial y el colesterol.

En cuanto al glaucoma, provoca un daño progresivo en el nervio óptico que se agrava con el tiempo, disminuyendo el campo visual. Si no es tratado, acaba en ceguera irreversible en el 6 % de los casos. Además, es conocido como el ladrón silencioso de la visión, ya que no muestra síntomas hasta que la enfermedad no está avanzada.

En menor medida, la baja visión puede estar también asociada a otras enfermedades como cataratas, uveítis, opacidad corneal, tracoma, albinismo, nistagmo o esclerosis tuberosa.

En cuanto a su incidencia, más de 135 millones de personas sufren baja visión en el mundo, localizándose la mayoría de ellas en países en vías de desarrollo. En Europa, la cifra asciende a 20 millones de afectados, y se estima que en España 1,8 millones de personas la padecen.

La prevalencia es mucho mayor a partir de los 50 años, pero hay que insistir en que esto no significa que el envejecimiento cause baja visión por sí solo. Ese incremento es debido a que las patologías asociadas a la baja visión son mucho más frecuentes en la población de mayor edad.

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