Luz solar y salud ocular: un binomio indispensable

Una exposición segura y adecuada a la luz solar no sólo es beneficiosa, sino que, además, es necesaria.

28/08/2024

Gracias a la ciencia, sabemos que esta está involucrada en multitud de procesos, como en la síntesis de vitamina D, imprescindible para la absorción del calcio y que nuestros huesos crezcan o estén fuertes y sanos. Conocemos, además, que es de vital importancia para nuestro descanso, ya que mejora el ...

Gracias a la ciencia, sabemos que esta está involucrada en multitud de procesos, como en la síntesis de vitamina D, imprescindible para la absorción del calcio y que nuestros huesos crezcan o estén fuertes y sanos. Conocemos, además, que es de vital importancia para nuestro descanso, ya que mejora el estado, la calidad y los patrones del sueño al estar íntimamente ligada con la secreción de melatonina y serotonina, hormonas que regulan dicho proceso.

La serotonina también está implicada en la digestión, en la regulación de la temperatura corporal, en la función sexual y, por último, pero no menos importante, influye en nuestro estado de ánimo. Contar con niveles normales de esta hormona es clave para mantener y preservar nuestra salud mental. Y aunque es posible que no sea tan conocido, e incluso que suene contradictorio, la luz del sol es imprescindible para cuidar de nuestra salud ocular. ¿Por qué? La luz solar es esencial para evitar que aparezca o evolucione la miopía. En definitiva, es clave para todos nuestros pacientes, pero, sin duda, fundamental para aquellos que son pre-miopes y miopes.

El paciente miope es conocido por la comunidad oftalmológica desde siempre y, además, lo tenemos muy presente porque, según las previsiones actuales, se espera que, para el año 2050, la mitad de la población mundial sea miope y que un alto porcentaje presente alta miopía, con las correspondientes consecuencias que puede tener la alta miopía para la salud ocular. Pero, ¿conocemos tan a fondo al paciente pre-miope?

Este paciente es aquel que no es miope todavía, pero que por su graduación (+0.75 D, +0.50 D, +0.25 D o 0.00 D), y por sus factores de riesgo, tiene muchas probabilidades de serlo en un futuro inmediato. Sus factores de riesgo son los antecedentes de miopía, el sedentarismo, el exceso de trabajo en cerca y ciertas disfunciones de la visión binocular.

¿Qué podemos hacer por nuestros pacientes miopes y pre-miopes?

La respuesta es sencilla: revisar la evidencia científica.

La ciencia resuelve las dudas que podamos tener como profesionales de la visión y complementa los conocimientos que ya tenemos. Y en este caso, en la relación entre la pre-miopía, la miopía y la luz solar, tiene mucho que decirnos desde hace mucho tiempo. Ya en 2008, Rose Ka et al concluyeron que el aumento de las actividades al aire libre, como el deporte, reducía la prevalencia de niños miopes, incluso cuando estos tenían una alta demanda de trabajo en visión próxima.

Conclusiones apoyadas a su vez en 2012 en el metaanálisis llevado a cabo por Sherwin et al, donde, aunque inciden en la necesidad de investigar más esta fuente de actuación, sí que concluyen que aumentar el tiempo al aire libre puede prevenir la aparición del defecto refractivo y una futura progresión.

En 2018, Wu PC et al también investigaron sobre la prevención de la aparición de la miopía. En dicha publicación, se observó un menor cambio miópico, tanto en los participantes pre-miopes como en los participantes miopes, siempre y cuando estuvieran al menos 11 horas al día en exteriores. Tiempo al aire libre, sí, pero ¿cuánto?

La recomendación actual más extendida entre los profesionales de la visión es la de 14 horas semanales (2 horas/día) y más sabiendo que con 11 horas a la semana, alrededor de 1,5 horas/día, la incidencia de aparición y progresión de este defecto refractivo se reduce considerablemente.

Pero no solo eso, estas 14 horas a la semana pueden ser de lunes a domingo o recuperables el fin de semana. No tener un horario estricto facilita gratamente el poder pasar más tiempo fuera.

¿Cuál es la intensidad a la qué debemos estar expuestos para que esta medida sea efectiva?

Ya en 2015, Read SA et al registraron cambios miópicos menores en aquellos sujetos que estuvieron expuestos a intensidades lumínicas de 1455 ± 317 lux. Este hecho significa que no es necesario estar bajo la luz directa más brillante del sol cuando está en lo más alto (±100.000 lux) o que el día sea completamente soleado (±20.000 lux) para que esta medida sea eficaz. Es igual de útil estar al aire libre, aunque la luz no nos incida directamente, aunque estemos bajo la sombra de un árbol o aunque salgamos en los días nublados (±1.000 lux).

Hecho corroborado, además, por Wu PC et al, al concluir en su estudio anterior que las 11 horas mencionadas previamente presentan ya el efecto protector frente a la aparición y desarrollo de la miopía con una intensidad aproximada de 1.000 lux. Este aumento de las horas al aire libre, ¿cómo debe realizarse?

Si recomendamos a los niños y adolescentes que revisamos y seguimos en nuestras consultas que salgan al aire libre, también debemos darles las herramientas para que lo hagan de forma segura.

Es importante garantizar dicha seguridad, y más si conocemos que el cristalino de los más pequeños es prácticamente transparente hasta los 15 años y que hasta la edad de 21 no filtra la mayor parte de la radiación ultravioleta A y B (UVB: 280-315 nm UVA: 315-390 nm). Según la evidencia científica revisada, pero también según nuestra práctica clínica, concordamos en que el tiempo que pasan los niños y adolescentes en exteriores debe de aumentar. Pero no puede aumentar a cualquier precio.

Nuestros pacientes tienen que estar corregidos; para poder ver bien a cualquier distancia; tratados, y más si su miopía es axial y aumenta progresivamente; cómodos, porque la luz solar según su ángulo de incidencia e intensidad puede resultar molesta; pero lo más importante, protegidos, porque la radiación ultravioleta es nociva y el daño que produce es acumulativo. Y por ello, tal y como ya indicó la WSPOS (World Society of Paediatric Ophthalmology and Strabismus) en su Sunlight Exposure Consensus Statement del 2016, debemos, siempre que sea posible, recomendar lentes de policarbonato o de CR-39 por su alta resistencia, recomendar soluciones solares, y, si es posible, que sean polarizadas y debemos también desechar, para minimizar el riesgo al que se exponen los más pequeños, aquellos recursos que no cuenten con evidencia científica, que procedan de fabricantes no fiables o que no puedan garantizar dicha protección.

Afortunadamente, tenemos tratamientos que nos permiten realizar nuestra práctica clínica con rigor y retrasar lo máximo posible la preocupante previsión del año 2050. La tecnología D.I.M.S. de MiYOSMART nos permite tratar de forma no invasiva y altamente eficaz las miopías progresivas. Asimismo, nos permite prescribir la solución que mejor se ajusta en cada caso, puesto que, además de MiYOSMART transparente, también está disponible en MiYOSMART Chameleon, la lente fotocromática todo en uno que garantiza una gestión completa de la miopía en exteriores e interiores sin necesidad de cambiar de gafa, y en MiYOSMART Sunbird, la lente polarizada que aporta una calidad visual excepcional.

Tres opciones que nos permiten no solo individualizar el tratamiento, sino también intervenir tempranamente a los pacientes más pequeños de forma efectiva, certera y sin efectos adversos.

Si tienes preguntas sobre MiYOSMART y su Tecnología D.I.M.S. o quieres conocer la solución en profundidad, contáctanos en miyosmartspain@hoya.com o visita https://www.miyosmart.es 

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