Los datos de la última Encuesta Europea de Salud publicada, por el INE en el año 2020, apuntan a que hasta 24,4 millones de personas mayores de 15 años usan gafas o lentillas en España, lo que supone el 61 % de la población del país. Más concretamente, las gafas ...
Los datos de la última Encuesta Europea de Salud publicada, por el INE en el año 2020, apuntan a que hasta 24,4 millones de personas mayores de 15 años usan gafas o lentillas en España, lo que supone el 61 % de la población del país. Más concretamente, las gafas son el tratamiento para disfunciones visuales más antiguo que se conoce.
Hoy día, su uso va en función de las expectativas de tratamiento que observe el óptico optometrista, y no sólo son utilizadas para compensar un determinado defecto de refracción, comomiopía, hipermetropía o astigmatismo (para compensar esas anomalías de refracción, se pueden utilizar lentes monofocales, bifocales y progresivos), sino que también en la actualidad se utilizan como elemento preventivo, sobre todo en determinados tipos de miopía, disfunciones acomodativas y problemas de la visión binocular.
No obstante, pese a su papel fundamental en el cuidado de la salud visual, estimaciones del Colegio Nacional de Ópticos-Optometristas español, (CNOO) revelan que alrededor del 20 % de los usuarios no renuevan sus gafas hasta pasados cinco años o más.
"Aunque no es algo que tenga un tiempo estipulado o recomendable, lo cierto es que la disparidad de los usuarios que usan gafas a la hora de cambiar las lentes es amplia. Desde los que cambian de gafas todos los años simplemente por seguir la moda, hasta los que aguantan más de cinco años con ellas y deciden cambiar, literalmente, cuando se caen a pedazos o no ven por los arañazos", exponen desde la institución. El problema, recalcan, es que, "por muy resistentes que sean las gafas, es recomendable un cambio de las mismas antes de esos cinco años para garantizar una buena salud ocular". Así, cambiar de gafas no es solo una cuestión de moda.
El principal hándicap radica principalmente en el desconocimiento. El Libro Blanco de la Visión determina que un 72% de las personas que necesitan gafas no acude a revisiones porque creen ver correctamente, sin embargo, la gran mayoría han sufrido cambios en su graduación. Muchos ven peor de lo que deberían tras unos años usando las mismas gafas, pero no lo saben. "Debemos pensar en las gafas como un elemento médico, una necesidad, y no un complemento estético", recalcan los profesionales del CNOO.
Una lente oftálmica ayuda al paciente a aliviar los síntomas de su patología y a mejorar su visión; ahora bien, las monturas y sus tamaños varían muy a menudo en función de las modas, por lo que se han convertido también en un complemento que marca tendencias.
Del mismo modo, como en cualquier otro sector, las nuevas tecnologías están impactando notablemente en el desarrollo de nuevos productos: hoy en día, el montaje de unas gafas casi nada se asemeja al proceso que se llevaba a cabo hace unas décadas.
Al mismo tiempo, al usuario se le abre todo un abanico de posibilidades para escoger entre monturas, cristales y otras características que se adapten al máximo a sus necesidades sanitarias y a su estilo de vida. Hacerse con unas gafas personalizadas está actualmente al alcance de cualquier usuario.
En este sentido, si bien la constante evolución hace que las lentes de hayan mejorado considerablemente tanto en calidad como en estética, también cabe destacar las mejoras obtenidas en el peso. Las lentes reducidas (de poco espesor y peso) han supuesto una ventaja muy importante, en tanto que han resuelto el problema de la presbicia y han hecho casi desaparecer todas las demás existentes con anterioridad. La aceptación por parte del usuario es prácticamente del 90 %, y son cada vez menos los casos de inadaptación. Su evolución y desarrollo las han convertido en un producto necesario para la vida de la gran mayoría de las personas mayores de 50 años.
Al mismo tiempo, los precios se adaptan mejor a todos los bolsillos, por lo que el esfuerzo económico que antiguamente exigía el hecho de cambiar de gafas ya no lo es tanto
Cuándo renovar las gafas
Razón de más para no esperar a notar la pérdida de calidad de visión en las gafas actuales. Como recomienda el Colegio Nacional de Ópticos-Optometristas, es importante acudir a revisión visual cada año con el óptico optometrista para comprobar si las dioptrías han variado o no. En cualquier caso, la prioridad para renovarlas debe ser siempre que respondan al fin para el cual están concebidas: mejorar la calidad visual, compensando a la perfección los defectos refractivos que se puedan tener (miopía, hipermetropía, astigmatismo, presbicia).
Por otra parte, si al llevar las gafas actuales se notan síntomas como visión borrosa, molestias oculares, dolor de cabeza, parpadeo constante, cansancio… será fundamental visitar al especialista cuanto antes, ya que esto es señal de que las lentes no son las correctas para mejorar la vista. El CNOO alerta al respeto que "debes evitar es comprar gafas premontadas, también conocidas como gafas de farmacia, pues te puede parecer la solución más rápida y barata, pero realmente es la menos segura para tus ojos".
Las gafas son un objeto personal de uso diario, motivo que justifica el desgaste que suelen sufrir. Aunque actualmente se fabrican en materiales de alta resistencia y durabilidad (acero, titanio, lentes orgánicas de gran dureza, etcétera), las gafas tienen una vida limitada: las varillas solo se podrán arreglar dependiendo del daño que hayan sufrido o del grado de deterioro, y a veces el gasto que supone el arreglo no compensa tanto como adquirir unas gafas nuevas.
Si es la montura la que se ha roto, es probable que haya que sustituirla junto con las lentes, es decir, hay que cambiar de gafas, al no poderse insertar estas, generalmente, en una montura distinta a la original.
Los pasos del montaje de las lentes
Una vez obtenida la graduación, escogida la montura y las lentes que se ajustan a las necesidades, llega el último paso: la producción o el montaje de las gafas. En esta fase, el óptico optometrista debe seguir correctamente una serie de pasos igualmente cruciales, tal y como detallan los expertos de Visual-Click.
En primer lugar, el óptico optometrista revisará tanto la montura como las lentes para comprobar que no tengan defectos de fábrica tales como arañazos o suciedad. Al realizar este control de calidad inicial, lo habitual es que todo esté correcto pero en caso de que alguna pieza presente desperfectos, el especialista la devuelve inmediatamente a fábrica y solicitará que vuelven a enviar el producto en perfectas condiciones.
Una vez se haya comprobado que las lentes estén en perfecto estado, el óptico se asegura de que la graduación que presentan sea la misma que solicitó el cliente. De ser así, habrá que recortar las lentes para darles la forma necesaria para que encajen en la montura. Se trata de un proceso que requiere mucho cuidado y precisión y para el cual se emplea una máquina biseladora especial.
El último paso es el montaje de las lentes en la montura. Al igual que el biselado, se trata de un proceso manual que lleva a cabo el óptico. El montaje no se lleva a cabo del mismo modo en todas las monturas. Por ejemplo, las monturas de acetato se calientan para hacerlas flexibles y facilitar la incorporación de los cristales, mientras que en caso de las monturas al aire, los cristales se suelen ajustar con unos pequeños tornillos.
Una vez montadas las gafas, el óptico optometrista las limpiará hasta dejarlas relucientes. Solo entonces el profesional considerará que están listas para enviárselas al usuario.
Pero el proceso no termina ahí. Al recibirlas, el propietario de las gafas inicia el proceso de adaptación a las gafas nuevas. "Una vez que renueves tus gafas, debes tener en cuenta que tendrá que pasar un tiempo prudente hasta que te acostumbres a ellas", avisan desde el CNOO.
Así las cosas, "es probable que no veas bien inmediatamente o que te resulten raras o que te parezca que te mareas. No te asustes porque es totalmente normal, tu cerebro necesita adaptarse a las nuevas características de tus cristales. Incluso una nueva montura exige un período de adaptación", destacan. En cuestión de pocos días el usuario debería haberse adaptado perfectamente. Si no fuera así, es fundamental acudir al óptico optometrista para que brinde la solución indicada. Cabe señalar, asimismo, que en el caso de las gafas progresivas, la adaptación puede llevar desde un par de días hasta un par de semanas.
Innovaciones tecnológicas en gafas
Como hemos mencionado, la industria óptica ha experimentado una revolución en los últimos años gracias a los avances tecnológicos. Las gafas en particular han visto mejoras significativas que no solo mejoran la calidad de la visión, sino que también ofrecen mayor comodidad y protección para los usuarios.
Las lentes fotocromáticas, también conocidas como lentes de transición, son una de las innovaciones más destacadas, pues se oscurecen automáticamente al exponerse a la luz ultravioleta y se aclaran en ambientes interiores. Esta tecnología permite a los usuarios tener una visión óptima en diferentes condiciones de iluminación sin necesidad de cambiar de gafas. Las nuevas generaciones de lentes fotocromáticas ofrecen tiempos de adaptación más rápidos y una mayor durabilidad, asegurando una transición suave y eficaz entre diferentes niveles de luz.
Por otro lado, las lentes antirreflejantes están diseñadas para reducir los reflejos y el deslumbramiento, lo que mejora la claridad visual y reduce la fatiga ocular. Esta tecnología es especialmente útil para quienes pasan mucho tiempo frente a pantallas digitales o conduciendo de noche. Los últimos avances en recubrimientos antirreflejantes, igualmente, ofrecen propiedades adicionales como resistencia a los arañazos, repelencia al agua y al polvo, lo que facilita su limpieza y mantenimiento.
Merecen también mención las gafas progresivas digitales, pues representan un salto significativo en la corrección de la presbicia, un problema común de la visión relacionado con la edad. A diferencia de las lentes progresivas tradicionales, que pueden tener limitaciones en la claridad y el campo visual, este tipo de lentes se fabrican utilizando tecnología de diseño asistido por ordenador (CAD) y maquinaria de tallado digital. Esto permite una personalización precisa para cada usuario, mejorando la adaptación y proporcionando una transición suave entre diferentes distancias focales.
Además, con el aumento del tiempo que pasamos frente a pantallas digitales, la exposición a la luz azul se ha convertido en una preocupación para la salud ocular. Las gafas con filtros de luz azul están diseñadas para bloquear esta luz potencialmente dañina, reduciendo la fatiga visual y el riesgo de desarrollar problemas a largo plazo como la degeneración macular. Los filtros de luz azul no solo mejoran el confort visual, sino que también pueden mejorar la calidad del sueño al minimizar la interrupción del ciclo circadiano causada por la luz azul.
Y para aquellos con prescripciones fuertes, las gafas de alto índice ofrecen una solución estilizada y funcional, dado que están hechas de materiales más delgados y ligeros que las lentes tradicionales, lo que resulta en gafas menos voluminosas y más cómodas de llevar. A pesar de su delgadez, las lentes de alto índice proporcionan una corrección visual excelente y son especialmente beneficiosas para personas con miopía, hipermetropía o astigmatismo pronunciados