Más de 3,5 millones de personas con enfermedades oculares en España elevan el riesgo de accidentes de tráfico

Las patologías oculares, como el glaucoma y las cataratas, pueden afectar gravemente la visión de los conductores, aumentando el riesgo de accidentes. Detectarlas a tiempo es clave para garantizar la seguridad en la carretera.

14/01/2025

La visión es uno de los sentidos más cruciales para la conducción, ya que a través de ella el conductor recibe alrededor del 80 % de la información necesaria para maniobrar de manera segura. Sin embargo, diversas enfermedades oculares, especialmente en la población de mayor edad, pueden alterar significativamente la ...

La visión es uno de los sentidos más cruciales para la conducción, ya que a través de ella el conductor recibe alrededor del 80 % de la información necesaria para maniobrar de manera segura. Sin embargo, diversas enfermedades oculares, especialmente en la población de mayor edad, pueden alterar significativamente la capacidad de los conductores para percibir su entorno vial de manera adecuada, aumentando el riesgo de accidentes. Condiciones como el glaucoma y la astenopía son ejemplos de patologías que afectan tanto la agudeza visual como el campo de visión y la sensibilidad al contraste, elementos esenciales para conducir con seguridad.

El efecto de las enfermedades oculares en la capacidad de conducir

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), más de 2.000 millones de personas padecen alguna forma de discapacidad visual, siendo las enfermedades más comunes la catarata, la degeneración macular relacionada con la edad (DMAE), el glaucoma y la retinopatía diabética. En España, se estima que alrededor de 3,5 millones de personas tienen alguna forma de discapacidad visual, y la prevalencia de trastornos oculares aumenta con la edad, afectando principalmente a la población mayor.

La DGT ha registrado alrededor de 1.100 muertes en carretera anuales en España. En 2024, alrededor del 5-10 % de los accidentes de tráfico en España están relacionados con problemas oculares, como cataratas, glaucoma y degeneración macular, según la Dirección General de Tráfico (DGT) y la Sociedad Española de Oftalmología (SEO).

Glaucoma: pérdida del campo visual y dificultad en la conducción

El glaucoma es una enfermedad ocular caracterizada por un daño progresivo al nervio óptico, que puede resultar en la pérdida del campo visual. A medida que la enfermedad avanza, los pacientes desarrollan puntos ciegos en su campo visual, lo que les dificulta detectar objetos o personas fuera de su línea directa de visión. Este trastorno es especialmente peligroso para los conductores, ya que puede hacer que no perciban vehículos en los laterales, peatones cruzando o señales de tráfico, aumentando el riesgo de accidentes.

Uno de los principales problemas del glaucoma es que en sus primeras etapas no presenta síntomas evidentes. Esto significa que muchos conductores pueden no ser conscientes de que están perdiendo parte de su visión hasta que la enfermedad está bastante avanzada. Según la Organización Mundial de la Salud, el glaucoma afecta a más de 60 millones de personas en todo el mundo, y se estima que la cifra aumentará a medida que la población envejezca. Aunque el tratamiento puede ayudar a controlar la progresión de la enfermedad, un 20 % de los pacientes continúan experimentando pérdida de visión, lo que puede comprometer gravemente su capacidad para conducir de forma segura.

Además, los pacientes con glaucoma suelen tener dificultades con la visión nocturna y el resplandor de las luces de los faros, lo que también aumenta el peligro durante la conducción nocturna.

Cataratas: pérdida de claridad visual y deslumbramiento

Las cataratas son una de las principales causas de discapacidad visual en personas mayores y se caracterizan por una opacificación progresiva del cristalino, lo que genera visión borrosa y una disminución de la percepción del color. Esta enfermedad es especialmente peligrosa para los conductores debido a que afecta tanto la visión en condiciones de baja luz como la capacidad de adaptarse a las variaciones de luminosidad. Los conductores con cataratas pueden experimentar deslumbramiento por los faros de otros vehículos y una notable pérdida de agudeza visual, lo que dificulta la identificación de señales de tráfico o el cálculo de distancias.

A pesar de que las cataratas son reversibles mediante cirugía, muchas personas no buscan tratamiento a tiempo, lo que aumenta el riesgo de accidentes. En los estudios realizados sobre la relación entre cataratas y conducción, se ha demostrado que la cirugía de cataratas mejora significativamente la seguridad al volante. Por ello, se recomienda a los conductores con cataratas que consideren la opción quirúrgica antes de que la afección afecte gravemente su capacidad para conducir de manera segura.

DMAE: pérdida de visión central
La degeneración macular asociada a la edad (DMAE) es una de las principales causas de ceguera irreversible en personas mayores de 60 años. Esta enfermedad afecta a la mácula, la parte central de la retina responsable de la visión detallada, lo que puede resultar en una pérdida progresiva de la visión central. Los conductores con DMAE pueden experimentar dificultades para leer las señales de tráfico, ver los detalles de la carretera o identificar a los peatones, lo que aumenta el riesgo de accidentes.

La pérdida de la visión central también obliga a los conductores a depender más de su visión periférica, que suele ser menos clara. Las personas con DMAE pueden evitar conducir en ciertas situaciones, como durante la noche o en condiciones de alta luminosidad, debido a que la pérdida de visión central hace que la conducción se vuelva peligrosa en estas circunstancias. A pesar de que los avances en el tratamiento pueden retrasar la progresión de la enfermedad, la DMAE sigue siendo una de las principales causas de discapacidad visual en personas mayores.

Retinopatía diabética: deterioro de la visión central y periférica

La retinopatía diabética es una complicación ocular de la diabetes que puede afectar tanto la visión central como la periférica. Los altos niveles de glucosa en sangre dañan los vasos sanguíneos de la retina, lo que puede causar hemorragias, edemas y la aparición de cicatrices que alteran la visión. Esta condición es particularmente peligrosa para los conductores, ya que la pérdida de visión periférica puede hacer que no detecten objetos o vehículos en los costados de la carretera, lo que aumenta el riesgo de colisiones. Además, la retinopatía diabética puede afectar la capacidad de adaptación a la oscuridad, la visión del color y la sensibilidad al contraste, lo que también dificulta la conducción nocturna o en condiciones de baja visibilidad.

El tratamiento para la retinopatía diabética incluye la fotocoagulación con láser, que puede mejorar la visión, pero en algunos casos puede tener efectos secundarios que empeoran temporalmente la función visual. A pesar de los avances en el tratamiento, la retinopatía diabética sigue siendo una causa importante de deterioro visual en personas con diabetes, lo que puede comprometer gravemente su capacidad para conducir de manera segura.

Puedes leer el artículo completo en el PDF adjunto.