El ejercicio físico previene enfermedades oculares y mejora la salud ocular en deportistas

La agudeza visual y la capacidad de coordinar los movimientos dependen en gran medida de la vista, especialmente en el ámbito deportivo. Ya sea para seguir una pelota en movimiento, calcular distancias o evitar obstáculos, tener una visión óptima es un factor decisivo para los deportistas.

11/02/2025

La actividad diaria depende en un 80 % de la visión. Esto se amplifica en el ámbito deportivo, donde se requiere agilidad y respuestas rápidas. Así, la agudeza visual juega un papel importante en el rendimiento deportivo, ya que permite a los atletas realizar movimientos precisos y reaccionar de manera ...

La actividad diaria depende en un 80 % de la visión. Esto se amplifica en el ámbito deportivo, donde se requiere agilidad y respuestas rápidas. Así, la agudeza visual juega un papel importante en el rendimiento deportivo, ya que permite a los atletas realizar movimientos precisos y reaccionar de manera efectiva a los estímulos del entorno.

La visión estática y dinámica son esenciales en diferentes disciplinas, desde el fútbol hasta el tenis, donde la capacidad de seguir y anticipar el movimiento de los objetos es clave. El ejercicio físico contribuye a la salud ocular, previniendo enfermedades y mejorando funciones visuales vitales para una óptima coordinación y percepción en el campo de juego. Sin embargo, los problemas visuales afectan la capacidad para reaccionar a tiempo, calcular distancias o percibir detalles en el campo de juego.

Optimizando la visión en el deporte

La actividad física ofrece numerosos beneficios para la salud ocular, entre los que se incluyen la prevención de enfermedades relacionadas con la edad, como la degeneración macular y el glaucoma. La actividad física mejora la circulación sanguínea en los ojos, lo que favorece la oxigenación de los tejidos oculares. La práctica regular de deportes puede reducir el riesgo de desarrollar problemas oculares graves y ayudar a controlar patologías como la retinopatía diabética. Actividades como el tiro con arco o el golf, que requieren puntería y coordinación visual, son especialmente recomendables para ejercitar los músculos oculares y mejorar la visión.

Existen otras habilidades visuales esenciales para un rendimiento óptimo en el deporte. La oculomotricidad, que implica el movimiento de los ojos, es crucial para explorar el espacio en diferentes direcciones. En deportes como el tenis, voleibol o balonmano, donde el ojo sigue objetos en rápido movimiento, esta habilidad permite mantener el enfoque y la coordinación. Por otro lado, la acomodación y la convergencia son funciones visuales necesarias para enfocar objetos a distintas distancias y coordinar ambos ojos al observar objetos cercanos. Estas capacidades tienen un gran impacto en deportes donde se manejan pelotas, como el fútbol, baloncesto o voleibol.

La visión binocular y la estereopsis, que es la percepción de la profundidad, permiten a los deportistas calcular distancias y ubicar objetos con precisión. Esto resulta útil en deportes como boxeo, motociclismo o fútbol, en los que una correcta percepción de la profundidad es crucial para evitar colisiones y calcular las velocidades. La capacidad de distinguir detalles en situaciones de bajo contraste o luminosidad juega un papel relevante en deportes que se practican en condiciones de luz variable, como aquellos al aire libre o nocturnos. Una buena sensibilidad al contraste mejora la visibilidad y favorece la reacción rápida ante estímulos.

Defectos refractivos comunes entre los deportistas

A pesar de la relevancia de todos los factores visuales en el rendimiento deportivo, muchos atletas padecen defectos refractivos que afectan su visión. Son alteraciones en la forma del ojo que impiden un enfoque adecuado de la luz en la retina, provocando visión borrosa o distorsionada. Entre los más comunes se encuentran la miopía, la hipermetropía, el astigmatismo y la presbicia, patologías que pueden afectar el desempeño de los deportistas de manera significativa.
La miopía es un defecto refractivo frecuente, causado por una elongación excesiva del ojo, lo que provoca que la luz se enfoque antes de la retina. Esto genera visión borrosa para los objetos lejanos, dificultando tareas como seguir una pelota. Por otro lado, la hipermetropía ocurre cuando el ojo es más corto de lo normal, lo que hace que la luz se enfoque detrás de la retina, causando dificultades para ver de cerca con claridad. Esta condición puede ser problemática para deportistas que requieren precisión en la visión cercana.

El astigmatismo es otro defecto refractivo, causado por una córnea de forma irregular, que genera una visión distorsionada al enfocar la luz en múltiples puntos de la retina. Esto puede afectar la capacidad de los deportistas para percibir correctamente los objetos, influyendo en la anticipación de movimientos y en la toma de decisiones rápidas. Finalmente, la presbicia, una condición relacionada con la edad, afecta principalmente a personas mayores de 40 años, ya que el cristalino pierde elasticidad, dificultando el enfoque de objetos cercanos. Aunque el ojo sigue siendo estructuralmente normal, los deportistas mayores pueden desarrollar una visión borrosa de cerca, lo que afecta su capacidad para detectar detalles o realizar tareas que requieren una vista precisa.

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