IM OPTICAS nº 10

36 Tampoco hay solución al problema. Cuando se pierde la visión no se puede recuperar. Por eso es importante que, ante posibles cambios en la visión, se acuda rápidamente al oculista. Al notar síntomas como visión borrosa, dificultad al leer, escribir o ver la televisión, problemas para conducir o dificultades para reconocer rostros, entre otros. Demográficamente no existe una tipología de pacientes. La Baja Visión afecta a cualquier edad. Aunque es más prevalente en la población de mayor edad, debida a las enfermedades oculares con las que está asociada la Baja Visión. Enfermedades como la degeneración macular debido a la edad, cataratas, diabetes, miopía magna, glaucoma o enfermedades congénitas. Estas enfermedades afectarán de forma diferente e intensidad a cada paciente, perdiendo cada uno de ellos habilidades muy distintas. Se puede perder la visión central, la visión periférica, tener una visión parcheada, falta de contraste, problemas de deslumbramiento, pérdida de calidad en la visión del color o ceguera nocturna, por ejemplo. Según sea el caso, las necesidades y las rehabilitaciones visuales a realizar serán diferentes. Pruebas diagnósticas Sea como sea, y al menor síntoma, lo primero que se debe hacer es acudir al especialista. Él será el encargado de realizar diferentes pruebas médicas para diagnostica la posible Baja Visión. Pruebas en las que se medirá la agudeza visual de cerca y de lejos, si hay errores de refracción o de visión binocular, la velocidad de lectura, la sensibilidad al contraste, la visión del color, los campos visuales y la sensibilidad a los deslumbramientos. Una vez diagnosticada la Baja Visión, hay algunos factores a tener en cuenta para sobrellevar el diagnóstico. Por una parte, contar con un excelente grupo de profesionales que ayuden al paciente a mejorar su cotidianidad. Por supuesto un oftalmólogo, pero también un óptico optometrista especializado en Baja Visión y en rehabilitación visual, un especialista en movilidad y orientación, un terapeuta ocupacional y, si es necesario, un psicólogo. Estos profesionales ayudarán al paciente a aprovechar al máximo la poca visión que le queda y le facilitarán los medios para que pueda ser independiente, a pesar de tener Baja Visión. Rehabilitación visual personalizada Además, con el apoyo de centros especializados en Baja Visión se elabora un programa de rehabilitación específico para cada paciente, en función de su deficiencia visual. Si el problema es el en campo central, la rehabilitación puede enseñarle a mirar por la zona periférica a la mácula. O si hay una pérdida de campo visual, se enseña a recoger la información de una forma más eficaz mediante un rastreo visual, que se aprende con mucha repetición, hasta conseguir automatizarlo Esta rehabilitación visual también puede complementarse con algunas ayudas técnicas. De esta forma, por ejemplo, se entrena al paciente a usar determinados aparatos, como lupas o telescopios. Se adapta la iluminación a las características del paciente, adaptándola a cada actividad diaria, con el uso de lentes con filtros que controlan el deslumbramiento, por ejemplo. Pero también se le ayuda a saber gestionar aspectos tan cotidianos como saber escoger la ropa para vestirse, cocinar sin riesgos, no tener problemas al coger un transporte público, realizar las tareas domésticas, reconocer el dinero, recurrir a estrategias para mejorar el contraste de los objetos respecto al fondo (platos blancos sobre fondo negro o viceversa), usar el móvil sin problemas o a cruzar la calle con seguridad. Ayudas visuales: ópticas, no ópticas y electrónicas Aunque la Baja Visión no puede corregirse con gafas, lentes de contacto, cirugía o fármacos, hay algunas ayudas visuales que pueden facilitar las tareas cotidianas. Se trata de ayudas que se dividen en ayudas ópticas, no ópticas y electrónicas. Entre las ayudas ópticas encontramos la lente magnificadora, capaz de ampliar la imagen hasta un 9% e incluso recolocar la imagen en la retina para obtener una visión más estable y que el paciente pueda ver de lejos. Filtros terapéuticos que mejoran el contraste y protegen de los deslumbramientos y de la Baja Visión infantil Unas ayudas y rehabilitaciones que en el caso de la Baja Visión infantil debe ser más específica. En el caso de los niños es fundamental atacar al problema lo antes posible, ya que la Baja Visión crea dificultades en el esquema corporal y espacial, y puede acarrear problemas de atención y aprendizaje. Mientras que en los adultos la Baja Visión se trabaja en base a los objetivos que quiere conseguir el paciente, en el caso de los niños, la rehabilitación debe centrarse en complementar la habilidad motora y visual. El niño ha de aprender pronto a utilizar todas las ayudas ópticas, no ópticas o electrónicas, que estén a su disposición para conseguir el nivel de aprendizaje de cualquier niño de su misma edad. Y, del mismo modo, que le ayuden a realizar sus tareas cotidianas, tanto de ocio, como familiares o escolares. De otro modo puede sentirse aislado, incomprendido o con dificultades para realizar cualquier tarea diaria. AUNQUE LA BAJA VISIÓN NO PUEDE CORREGIRSE CON GAFAS, LENTES DE CONTACTO, CIRUGÍA O FÁRMACOS, HAY ALGUNAS AYUDAS VISUALES QUE PUEDEN FACILITAR LAS TAREAS COTIDIANAS

RkJQdWJsaXNoZXIy NTI5ODA=