IM OPTICAS nº 10

47 Consejos de salud ocular para mayores Investigar factores de riesgo. Se aconseja comprobar si hay antecedentes familiares de diabetes o hipertensión. Prestar atención a los cambios en la visión. En caso de experimentar problemas de visión, ver doble o de manera borrosa, percibir líneas deformadas, notar dolor ocular o hinchazón acudir al especialista. Realizar actividad física. La práctica de ejercicio físico de manera regular puede reducir hasta en un 70% el riesgo de sufrir degeneración macular. Proteger los ojos de los rayos ultravioletas. Es importante usar gafas de sol con el ltro adecuado, de calidad y que estén homologadas. Seguir una dieta equilibrada. Muchos estudios demuestran que los antioxidantes de la fritas o verduras reducen el riesgo de sufrir cataratas y otras patologías de retinas. Revisar los ojos anualmente. Es importante acudir a una revisión anual exhaustiva para descartar enfermedades de la retina o del nervio óptico. Evitar el tabaco. El consumo de tabaco está asociado a un mayor riesgo de desarrollar cataratas, degeneración macular y otros problemas oculares. CON EL PASO DE LOS AÑOS, LAS ANOMALÍAS VISUALES MÁS HABITUALES SUELEN SER LA DMAE, LA PRESBICIA O VISTA CANSADA, EL GLAUCOMA O LAS CATARATAS o 70 años, se produzcan cambios que pueden afectar a la salud ocular. Por ejemplo, la córnea tiende a aplanarse reduciendo su poder de refracción y la pupila se hace más pequeña. También es habitual que la retina se adelgace o que el cristalino pierda elasticidad y se vuelva más opaco. Todos estos cambios repercuten en la visión y provocan que, incluso en el mejor de los casos, la persona mayor tenga una menor agudeza visual, que tenga una visión borrosa y pierda gradualmente la capacidad de enfocar objetos cercanos. Muchos de estos problemas tienen solución, pero no siempre se consigue ofrecerla debido a la desatención por parte del paciente. Realizar una valoración geriátrica completa es indispensable para estudiar estos cambios existentes en el ojo de cada paciente y asegurar el mejor rendimiento visual de la persona. Y este examen exhaustivo debe realizarse por especialistas que entiendan que al deterioro natural de las personas se añaden enfermedades propias de la edad como la degeneración macular, la diabetes, el glaucoma o la hipertensión, y también condiciones especí cas como la polimedicación o enfermedades neurodegenerativas. Además, el seguimiento periódico de la salud visual ayuda a anticiparse a problemas incipientes y permite paliar sus efectos. Finalmente, acudir a un óptico optometrista es importante para aprender, por parte de los pacientes, a cuidar la salud visual actuando como un nexo con el oftalmólogo. Estos especialistas tienen un papel clave en la formación y facilitan información práctica para este grupo de la población, haciéndoles partícipes de su propio cuidado. De hecho, tal y como en ha comentado Salvador Alsina, presidente de la asociación Visión y Vida, “un buen cuidado visual a lo largo de toda la vida puede permitir que la persona siga siendo autónoma, se de enda mejor y maneje por sí misma”. Por tanto, la di cultad de visión a estas edades puede signi car un problema mayor porque suele ser, además, consecuencia de, por ejemplo, accidentes domésticos o caídas. No ver bien afecta a la calidad de vida de las personas mayores y las vuelve dependientes de tareas rutinarias como leer el correo, consultar los datos del banco e, incluso, las aleja de las nuevas tecnologías. Los problemas más comunes Con el paso de los años, las anomalías visuales más habituales suelen ser la degeneración macular asociada a la edad (DMAE), la presbicia o vista cansada, el glaucoma o las cataratas, entre otras. Así, por ejemplo, el aumento de la presión ocular mantenida a lo largo del tiempo, junto con otros factores, puede provocar la muerte de las bras nerviosas de la retina y, consecuentemente, provocar una pérdida de visión. Esto es lo que se de ne como glaucoma. Por otro lado, las cataratas son el resultado del aumento de la opacidad del cristalino que se re eja en la disminución de la sensibilidad al contraste y la claridad de los colores. También es normal que aumente la sensibilidad al deslumbramiento. Otro de los cambios más comunes que empieza en edades relativamente tempranas es la presbicia, consecuencia de la pérdida gradual de la elasticidad del cristalino, y el ojo seco se produce por una insu ciente producción de lágrimas o porque éstas no sean de su ciente calidad. Por su parte, la DMAE genera problemas de visión central y, si no se trata, puede causar ceguera. Los tratamientos de esta patología han evolucionado mucho en los últimos años y, actualmente, existe un amplio abanico de procedimientos capaces de frenar su evolución. Cuando el problema es la baja visión del paciente, los tratamientos se enfocan en sacar el mayor partido al resto visual que queda. Para ello, existen diferentes técnicas, ayudas ópticas o cambios de hábitos. También para otras afecciones como el ojo seco. Para esta enfermedad, no siempre sin solución de nitiva, el tratamiento está enfocado en aliviar los síntomas. Por eso, lo más común es recurrir a lágrimas arti ciales que ayudan a mantener hidratado el ojo y los fármacos, cuya función es incrementar la capa acuosa. Pero no son los únicos. También existen tapones lagrimales, aplicar calor y presión y la higiene palpebral.

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