IM OPTICAS nº 10

70 movemos; seguir prácticas seguras mientras se escucha música con auriculares o en lugares como discotecas, conciertos o fiestas; o preguntar a nuestro médico si los medicamentos que tomamos pueden afectar a nuestra audición. Porque son muchos los factores que pueden afectar a nuestra audición a lo largo de la vida. En el caso de los bebés y lactantes, los problemas durante el embarazo pueden complicar el crecimiento y el desarrollo de la audición del bebé, lo cual puede provocar que un bebé nazca con una pérdida auditiva o que desarrolle una pérdida auditiva poco después del nacimiento. Entre las causas más comunes cabe señalar la pérdida auditiva heredada directa o indirectamente de los padres; el nacimiento prematuro o con bajo peso; dificultades en el parto en las que el bebé puede sufrir falta de oxígeno (hipoxia); el uso de ciertos medicamentos que dañan la audición o enfermedades como la ictericia, especialmente cuando no fue tratada. Mientras que en el caso de los niños deberíamos empezar a preocuparnos y sospechar que un niño tiene pérdida auditiva cuando no habla ni demuestra un desarrollo del habla y del lenguaje al nivel esperado para un niño de su edad; cuando el niño, a menudo, pide que se repita lo que dice; cuando tiene un bajo rendimiento en la escuela o tiene problemas de comportamiento; en el caso de que se queje de dolor, sensación de bloqueo o zumbido en los oídos; o experimenta fiebre con dolor de oídos. Cuando se sospeche que un niño puede sufrir una pérdida auditiva, los expertos de la OMS aconsejan someter al pequeño a una prueba de audición, ya que ésta puede ser examinada a cualquier edad. Simplemente, según la edad de la persona, se realizan diferentes pruebas para determinar el tipo y la gravedad de la pérdida auditiva. En los bebés y los niños de hasta cinco años de edad, la audición puede examinarse usando una evaluación de las emisiones otoacústicas, o bien pruebas automatizadas y completas de respuesta auditiva del tronco encefálico. Y en los niños mayores de cinco años, se lleva a cabo por medio de una prueba de audiometría. La evaluación de las emisiones otoacústicas o prueba automatizada de respuesta SEGÚN LA OMS, EL 60% DE LA PÉRDIDA AUDITIVA EN LOS NIÑOS SE DEBE A CAUSAS PREVENIBLES afecta a los adultos, sino que los bebés y los niños también sufren pérdidas auditivas, incluso desde el nacimiento, con el consiguiente impacto en su vida. De hecho, esos mismos datos revelan que 32 millones de niños menores de 14 años en el mundo tienen problemas de audición y, según datos de la Confederación Española de Familias de Personas Sordas (FIAPAS), tres de cada 1.000 bebés que nacen en España sufren problemas de audición. Los bebés y los niños necesitan ser capaces de oír cuando otros hablan para poder desarrollar la capacidad de escuchar y habla, puesto que los humanos aprendemos a hablar a partir de lo que escuchamos a nuestro alrededor. En este sentido, cuando un bebé nace sordo y no recibe las intervenciones adecuadas, no desarrolla el habla ni el lenguaje y se retrasa con respecto a otros niños. Lo cual, sin un diagnóstico temprano y una rehabilitación adecuada, el niño sufrirá una serie de dificultades en el momento de ir a la escuela, aprender, hacer amigos y, más adelante, conseguir un trabajo. En el caso de los adultos, muchos mayores con pérdida de audición se aíslan socialmente, ya que sufren para poder tener conversaciones con sus familiares o amigos, de tal manera que, sin el apoyo esencial, la pérdida auditiva sin tratar puede afectar a su salud mental y causarles soledad, ansiedad y depresión. Prevención y cuidados Muchos casos de pérdida auditiva pueden prevenirse. En este ‘Manual Básico de Cuidado del Oído y la Audición’, la OMS afirma que el 60% de la pérdida auditiva en los niños se debe a causas prevenibles, por lo que llevar a cabo una serie de sencillas medidas puede ayudar a evitar la pérdida auditiva. Entre ellas, vacunar a los niños contra la rubéola, el sarampión, las paperas y la meningitis; asegurarse de que tanto las madres como los bebés reciban una buena atención antes, durante y después del nacimiento; proteger los oídos de los sonidos fuertes en el trabajo y en el entorno en el que nos Audiograma

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