82 mi diagnóstico no es mi única característica”. Cuando las personas conocen que tiene hipoacusia “proceden a tratarme con lástima, se sienten inquietos”, aunque “en realidad soy una persona como cualquier otra, y lo que necesito es la comprensión y la disponibilidad para escucharme, para así poder crear un espacio para mí en nuestra sociedad, que mayoritariamente prioriza a las personas oyentes”. Un espacio seguro y acogedor En relación con los avances tecnológicos en el sector de la audiología, remarca que “ningún audífono o implante coclear puede reemplazar los sonidos que reproducen los analizadores auditivos humanos”. A modo de ejemplo, comenta que el verano pasado tuvo que reparar sus audífonos durante un mes. Durante ese mes “me di cuenta de que los sonidos a los que no me acostumbraba durante un período de seis años me causaban dolores de cabeza, que desaparecieron durante ese mes de no usar los dispositivos, por lo que dejé de usarlos”. Y, lo más interesante, “es que no afecta mi comunicación con los demás y mi vida diaria, porque mi cerebro ya está acostumbrado a vivir sin ellos”. Sin embargo, su hijo sí que utiliza audífonos, “pero se negó a usar un micrófono para ir a la escuela, que se cuelga del cuello del maestro y, mediante un sistema Bluetooth, se transmite directamente el sonido de la voz del orador a sus audífonos”. Según él, “no solo el sonido del habla ingresaba al audífono, sino también el susurro de ropa, bufandas y otros accesorios que actualmente se usan en el área del pecho del hablante”. En cuanto a la implantación coclear, “cuando se opera a bebés con diferentes niveles de pérdida auditiva, los padres no les ofrecen ninguna posibilidad de desarrollar esa audición residual que aún está intacta”, considera. Un punto que le gustaría destacar es que le parece relevante la accesibilidad a este tipo de tecnologías. “Las tecnologías más desarrolladas son siempre las más caras y no son algo que todo el mundo pueda permitirse”. En este sentido, según Limónova, “las tecnologías que se están creando existen porque vivimos en una sociedad que prioriza a su población oyente y que crea la expectativa de que la gente con pérdida auditiva debe adaptarse a ellos”, en vez de “promocionar otros modos de desarrollo, donde existe un mayor enfoque sobre la creación de un espacio seguro y acogedor para la gente con pérdida auditiva”. En conclusión, “cuando escribí este libro quería que fuera útil para las personas que se encuentran en diversas situaciones de la vida”. Para “mantener la fe y el amor por uno mismo, por la vida, por los seres queridos”. O simplemente que una persona, “después de leerlo, pensara en algo, sacara algunas conclusiones por sí mismo, encontrase una respuesta a alguna pregunta o incluso tal vez mirar ciertas cosas que están a su lado de una manera diferente”. De ser así, “significa que no fue hecho en vano y estaré muy feliz por ello”.
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