IM OPTICAS nº 12

27 en cuando, y si es imprescindible maquillarse cada día, usar productos de calidad y limpiarlos concienzudamente para evitar posibles infecciones o escozor. Del mismo modo, al igual que nos limpiamos e hidratamos la piel, deberíamos hacer lo mismo con los ojos. El uso prolongado de pantallas, la contaminación, el viento u otros factores externos provocan sequedad en los ojos que, a la vez, puede provocar tensión ocular. Para contrarrestarlo, en caso de déficit de producción de lágrimas o mala calidad de éstas, es prudente usar lágrimas artificiales. Eso sí, siempre recomendadas por el especialista visual. Uso y cuidado de las gafas Del mismo modo que cuidamos la visión, también debemos protegerla. Con el uso de gafas de sol o de gafas protectoras. Las primeras son importantes porque la exposición al sol sin protección pueden aumentar el riesgo de padecer queratitis, cataratas o degeneración macular relacionada con la edad. Las segundas, para evitar lesiones oculares en según qué trabajos o al hacer deporte. Sea por protección o porque se necesitan para ver mejor, es fundamental que realizar un mantenimiento de las gafas. Que estén limpias y cuidadas, ya que unas gafas estropeadas obligan a forzar la vista. Y sobre todo, tener especial cuidado con la limpieza de las lentillas para prevenir infecciones. Especial cuidado en el trabajo Con el aumento del uso de pantallas, se ha de prestar especial atención a la visión. Cada vez hay más problemas relacionados con su utilización prolongada, así que es clave seguir algunas normas para minimizar su impacto. La iluminación es muy importante. No solo en el espacio de trabajo, sino también en todos los interiores. Una mala iluminación puede hacer que forcemos la vista para ver mejor lo que tenemos delante, provocando fatiga visual al final del día. La mejor es la luz natural. Así que, en la medida de lo posible, es bueno situar la zona de trabajo ante una gran ventana que nos proporcione esa luz del sol que es más óptima para nuestra visión. Si no es posible, la recomendación es contar con una buena luz general que ilumine todo el espacio, y una luz más directa que ilumine la zona de trabajo. También es importante la distancia a la que se coloca la pantalla y su posición. Lo más adecuado es mantener una distancia de entre 50 y 70 cm del objeto y que la pantalla se sitúe a la altura de los ojos, para no tener que forzar la mirada hacia arriba o hacia abajo. Si se está muchas horas frente a la pantalla es imprescindible hacer descansos cada cierto tiempo, ya que puede olvidarse de parpadear, aumentando su fatiga visual. Lo recomendable es aplicar la llamada regla del 20-20-20. Aquella que dice que cada 20 minutos debe desviar la vista de la pantalla hacia un punto que esté a unos 20 pies (unos 6 metros), durante al menos 20 segundos. Otros ejercicios a tener en cuenta son aquellos relacionados con mantener la visión periférica, aquella que nos permite ver objetos que no están directamente en la zona de enfoque. El ángulo que cubre depende mucho de cada persona, pero se puede ampliar o evitar que se reduzca haciendo algunos sencillos ejercicios que puede practicar fácilmente en su casa y que el especialista indicará. Antecedentes familiares y factores de riesgo Más allá de todas estas recomendaciones y hábitos que es bueno aplicar a la salud visual, hay otros factores a tener en cuenta a la hora de cuidarla, como los antecedentes familiares y los posibles factores de riesgo para sufrir enfermedades oculares. Es importante conocer la historia clínica de los familiares, ya que algunas enfermedades oculares son hereditarias. Poniéndole en antecedentes sobre la posibilidad de padecer alguna de ellas. Si se conocen, quizás podrán prevernilas o atrasar su aparición. Del mismo modo, otros factores de riesgo, como la edad, malos hábitos u otras enfermedades, son proclives a desarrollar enfermedades oculares. Así, hay un amplio abanico de enfermedades y afecciones de la vista relacionadas con la edad. Es el caso, por ejemplo de las cataratas o la DMAE. También el padecer otras enfermedades aumenta el riesgo de tener alguna patología visuale. Por ejemplo, padecer diabetes puede provocar retinopatía diabética. O una presión arterial alta conllevar tener más riego de padecer glaucoma. En esos casos, es importante visitar al oftalmólogo con más frecuencia, para estar más pendiente de posibles complicaciones. Una buena prevención es fundamental para evitar problemas que, en ocasiones, pueden ser graves. Por eso es fundamental la visita anual al especialista visual, tener unos hábitos de vida saludables y cuidar los ojos de forma habitual, y no solo cuando hay un problema. De esta forma, se pueden detectar precozmente las patologías y disfunciones visuales y ser tratadas a tiempo para detener o ralentizar al máximo su progresión. LOS HÁBITOS SALUDABLES TAMBIÉN HAN DE ESTAR ACOMPAÑADOS DE UNA RUTINA DEL CUIDADO DE LOS OJOS MÁS ESPECÍFICA, QUE INCLUYE SU LIMPIEZA E HIDRATACIÓN

RkJQdWJsaXNoZXIy NTI5ODA=