IM OPTICAS nº 15

88 finitivamente sí”, contesta Moisés Funes, y añade: “Y puede que con mayor intensidad, si cabe”. Remarca que todos los avances tecnológicos han supuesto un progreso para este colectivo: “Gracias al teléfono móvil, hemos conseguido participar en pie de igualdad en espacios que antes nos eran vetados porque eran inaccesibles, como algunas tareas burocráticas o adminsitrativas”. Moisés Funes afirma, en este sentido, que “la digitalización ha dotado a las personas con discapacidad visual de más libertad y autonomía”. Asimismo, los profesionales de la ONCE explican que la mayoría de los terminales que se comercializan en la actualidad incluyen lectores de pantalla o magnificadores. Así que, “a la hora de recomendar un terminal, se deben tener en cuenta varios factores como los conocimientos de tecnología de cada usuario, las tareas que espera realizar con el teléfono o el precio”. Teniendo en cuenta esos requisitos, se intenta buscar el smartphone que encaje mejor con las características de la persona. Moisés Funes, por su parte, coincide en que el terminal depende de las necesidades y el grado de discapacidad, aunque, “si tenemos la necesidad de utilizar un lector de pantalla en un smartphone, la elección más sensata es un iPhone. Su lector de pantalla es muy estable y su rendimiento excelente”. Moisés Funes considera que los terminales de Apple son más estables cuando se compara su lector de pantalla con TalkBack, el que viene por defecto en Android. Esto de debe a que “la empresa de la manzana ha creado esta función a medida de sus dispositivos, mientras que su competidor debe adaptarse a muchos terminales de diferentes fabricantes y características”. Aun así, hay empresas que lanzan sus propias versiones de lectores de pantallas, como Samsung, con la intención de no depender del genérico. Sin embargo, “los resultados no acostumbran a ser igual de eficientes”. “Lo que más asusta a nuestros socios es que una actualización haga inaccesible la aplicación utilizada, y los cambios suelen ser menos radicales en los iPhone”, apostilla Moisés Funes. Su experiencia dictamina que los cambios que acarrean las actualizaciones, tanto en los terminales como en las aplicaciones, “pueden descolocar por completo a la persona usuaria, que deberá aprender el nuevo camino para hacer la misma tarea que ya había conseguido hacer antes con autonomía”. Para acabar, González y Castellano, de la ONCE, explican que la tendencia de las compañías tecnológicas en la inclusión de las personas con discapacidad visual ha ido mejorando: “En la actualidad, la mayoría incorpora soluciones, algunas con mejores prestaciones que otras, aunque todavía queda mucho por hacer”. En este sentido, “la sensación que tenemos en la asociación es que primero se lanzan los productos o las actualizaciones y después se preocupan por hacer que cumplan los estándares de accesibilidad”, termina Moisés Funes. ONCE

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