IM OPTICAS nº 16

28 DMAE de medicamentos (FDA) y el actual proceso de evaluación por parte de la Agencia Europea del Medicamento (EMA) sugiere que próximamente podremos disponer de nuevas inyecciones intraoculares en España. Estos nuevos tratamientos para la DMAE seca en su fase de Atrofia Geográfica, que como decimos estamos a la espera de su aplicación en Europa, se podrían convertir en uno de los hitos más importantes en el campo de la retina de los últimos diez años. La húmeda se aborda con inyecciones de medicamentos anti-VEGF en el ojo, que pueden ayudar a reducir la formación de vasos sanguíneos anormales y prevenir más daño a la mácula. Deben ser aplicadas con periodicidad, bajo el estricto criterio de un médico oftalmólogo. Según SERV y SEO, la introducción de estos fármacos intraoculares, hace ya más de diez años, ha conseguido reducir a la mitad la ceguera por esta causa. El problema es que los fármacos que tenemos no tienen una duración muy larga y hay muchos pacientes que requieren inyecciones frecuentes. Por este motivo, se está trabajando en dos áreas de investigación. Una es fármacos que duran más. Se prevé que dentro de poco haya más en nuestro país ya aprobados para su uso. Con lo cual, el intervalo entre las inyecciones y las visitas se alargará. Por otro lado, se está trabajando sobre sistemas de liberación gradual de fármacos. Los últimos avances en DMAE han sido, precisamente, la aparición progresiva de nuevos tratamientos antiangiogénicos intravítreos, de mayor duración y potencia. Los investigadores y los profesionales sanitarios continúan trabajando en la 85 años, según la SERV. De acuerdo con el Dr. Magí Vilaltella, oftalmólogo del Hospital Vithas Lleida, se espera “un aumento significativo en el número de personas afectadas por la DMAE, en gran parte debido al envejecimiento de la población”. El Informe mundial sobre la visión, publicado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) en 2019, proyecta que el número de personas con degeneración macular senil experimentará un incremento de 47,7 millones entre 2020 (195,6 millones) y 2030 (243,3 millones). Adicionalmente, la OMS anticipó en la Asamblea Mundial de la Salud del año 2020 que el número de personas con ceguera se triplicará hacia 2050, y las necesidades globales en atención oftálmica crecerán de manera considerable en las próximas décadas. Factores de riesgo Los factores de riesgo incluyen la edad avanzada, antecedentes familiares de DMAE, tabaquismo, hipertensión arterial, obesidad y una dieta pobre en nutrientes antioxidantes. La Dra. Julia Sánchez Quirós, especialista del Servicio de Oftalmología del Hospital Universitario Rey Juan Carlos, avisa de que la incidencia de esta enfermedad está aumentando fundamentalmente por los cambios poblacionales, ya que la sociedad cada vez es más añosa. Del mismo modo, subraya que existen otros factores de riesgo modificables, “como la luz solar, la exposición al humo del tabaco o el riesgo cardiovascular”. Todo ello hace que sea necesario “garantizar opciones terapéuticas para todos los casos”. El citado tabaquismo es el factor de riesgo ambiental modificable más importante asociado a la DMAE. En la misma línea, el Dr. José María Ruiz Moreno, experto en retina de IMO Grupo Miranza en Madrid, advierte de que “los fumadores tienen un riesgo relativo 2,4 veces mayor que los no fumadores de sufrir esta enfermedad de la visión”. Además, en caso de que sean portadores de algún riesgo genético, “las probabilidades se disparan hasta 34 veces”. El ojo es una estructura muy delicada irrigada por capilares extraordinariamente finos y cualquier hábito nocivo para la salud vascular general lo es también para la mácula, dado lo delicado de su red de vasos sanguíneos. Tipos, diagnóstico y tratamiento Existen dos formas principales de DMAE: seca (atrófica) y húmeda (neovascular). La forma seca es más común y progresa más lentamente, mientras que la húmeda es menos común, pero puede causar una pérdida de visión más rápida y severa. Esta última se caracteriza por el crecimiento de vasos anómalos, que exudan líquido y sangre en la retina. Su manejo efectivo se basa en tres pilares: medidas preventivas, detección temprana y tratamiento adecuado. El Dr. Cobos Fernández destaca que hay que acudir “a revisión con el oftalmólogo de manera anual como el primer paso para su diagnóstico precoz y mejor tratamiento”. Igualmente, un mensaje que se debe dar desde las ópticas es que es crucial realizar exámenes oculares regulares, especialmente después de los 50 años. El diagnóstico temprano puede ayudar a controlar la progresión de la enfermedad. Las pruebas diagnósticas consisten en exámenes de la vista con dilatación, tomografía de coherencia óptica (OCT) y angiografía fluoresceínica. Tenemos una cuenta pendiente: afrontar la falta de respuesta terapéutica de algunos pacientes, y de tratamientos en los casos más avanzados. No existe una cura para la DMAE, pero hay tratamientos que pueden retrasar su progresión y mejorar la calidad de vida. Para la DMAE seca, los suplementos de vitaminas y minerales pueden ser beneficiosos. En el pasado mes de diciembre, desde SERV y SEO recordaban que no se disponen de tratamientos autorizados en Europa para esta forma atrófica, pero que la aprobación en 2023 de dos medicamentos por la Agencia Americana SE ESPERA UN AUMENTO SIGNIFICATIVO EN EL NÚMERO DE PERSONAS AFECTADAS, DEBIDO AL ENVEJECIMIENTO DE LA POBLACIÓN

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