40 MONTAJE Las gafas son un objeto personal de uso diario, motivo que justifica el desgaste que suelen sufrir. Aunque actualmente se fabrican en materiales de alta resistencia y durabilidad (acero, titanio, lentes orgánicas de gran dureza, etcétera), las gafas tienen una vida limitada: las varillas solo se podrán arreglar dependiendo del daño que hayan sufrido o del grado de deterioro, y a veces el gasto que supone el arreglo no compensa tanto como adquirir unas gafas nuevas. Si es la montura la que se ha roto, es probable que haya que sustituirla junto con las lentes, es decir, hay que cambiar de gafas, al no poderse insertar estas, generalmente, en una montura distinta a la original. Los pasos del montaje de las lentes Una vez obtenida la graduación, escogida la montura y las lentes que se ajustan a las necesidades, llega el último paso: la producción o el montaje de las gafas. En esta fase, el óptico optometrista debe seguir correctamente una serie de pasos igualmente cruciales, tal y como detallan los expertos de Visual-Click. En primer lugar, el óptico optometrista revisará tanto la montura como las lentes para comprobar que no tengan defectos de fábrica tales como arañazos o suciedad. Al realizar este control de calidad inicial, lo habitual es que todo esté correcto pero en caso de que alguna pieza presente desperfectos, el especialista la devuelve inmediatamente a fábrica y solicitará que vuelven a enviar el producto en perfectas condiciones. Una vez se haya comprobado que las lentes estén en perfecto estado, el óptico se asegura de que la graduación que presentan sea la misma que solicitó el cliente. De ser así, habrá que recortar las lentes para darles la forma necesaria para que encajen en la montura. Se trata de un proceso que requiere mucho cuidado y precisión y para el cual se emplea una máquina biseladora especial. El último paso es el montaje de las lentes en la montura. Al igual que el biselado, se trata de un proceso manual que lleva a cabo el óptico. El montaje no se lleva a cabo del mismo modo en todas las monturas. Por ejemplo, las monturas de acetato se calientan para hacerlas flexibles y facilitar la incorporación de los cristales, mientras que en caso de las monturas al aire, los cristales se suelen ajustar con unos pequeños tornillos. Una vez montadas las gafas, el óptico optometrista las limpiará hasta dejarlas relucientes. Solo entonces el profesional considerará que están listas para enviárselas al usuario. El principal hándicap radica principalmente en el desconocimiento. El Libro Blanco de la Visión determina que un 72% de las personas que necesitan gafas no acude a revisiones porque creen ver correctamente, sin embargo, la gran mayoría han sufrido cambios en su graduación. Muchos ven peor de lo que deberían tras unos años usando las mismas gafas, pero no lo saben. “Debemos pensar en las gafas como un elemento médico, una necesidad, y no un complemento estético”, recalcan los profesionales del CNOO. Una lente oftálmica ayuda al paciente a aliviar los síntomas de su patología y a mejorar su visión; ahora bien, las monturas y sus tamaños varían muy a menudo en función de las modas, por lo que se han convertido también en un complemento que marca tendencias. Del mismo modo, como en cualquier otro sector, las nuevas tecnologías están impactando notablemente en el desarrollo de nuevos productos: hoy en día, el montaje de unas gafas casi nada se asemeja al proceso que se llevaba a cabo hace unas décadas. Al mismo tiempo, al usuario se le abre todo un abanico de posibilidades para escoger entre monturas, cristales y otras características que se adapten al máximo a sus necesidades sanitarias y a su estilo de vida. Hacerse con unas gafas personalizadas está actualmente al alcance de cualquier usuario. En este sentido, si bien la constante evolución hace que las lentes de hayan mejorado considerablemente tanto en calidad como en estética, también cabe destacar las mejoras obtenidas en el peso. Las lentes reducidas (de poco espesor y peso) han supuesto una ventaja muy importante, en tanto que han resuelto el problema de la presbicia y han hecho casi desaparecer todas las demás existentes con anterioridad. La aceptación por parte del usuario es prácticamente del 90 %, y son cada vez menos los casos de inadaptación. Su evolución y desarrollo las han convertido en un producto necesario para la vida de la gran mayoría de las personas mayores de 50 años. Al mismo tiempo, los precios se adaptan mejor a todos los bolsillos, por lo que el esfuerzo económico que antiguamente exigía el hecho de cambiar de gafas ya no lo es tanto. Cuándo renovar las gafas Razón de más para no esperar a notar la pérdida de calidad de visión en las gafas actuales. Como recomienda el Colegio Nacional de Ópticos-Optometristas, es importante acudir a revisión visual cada año con el óptico optometrista para comprobar si las dioptrías han variado o no. En cualquier caso, la prioridad para renovarlas debe ser siempre que respondan al fin para el cual están concebidas: mejorar la calidad visual, compensando a la perfección los defectos refractivos que se puedan tener (miopía, hipermetropía, astigmatismo, presbicia). Por otra parte, si al llevar las gafas actuales se notan síntomas como visión borrosa, molestias oculares, dolor de cabeza, parpadeo constante, cansancio… será fundamental visitar al especialista cuanto antes, ya que esto es señal de que las lentes no son las correctas para mejorar la vista. El CNOO alerta al respeto que “debes evitar es comprar gafas premontadas, también conocidas como gafas de farmacia, pues te puede parecer la solución más rápida y barata, pero realmente es la menos segura para tus ojos”. LA INDUSTRIA ÓPTICA HA EXPERIMENTADO UNA REVOLUCIÓN EN LOS ÚLTIMOS AÑOS GRACIAS A LOS AVANCES TECNOLÓGICOS
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