IM OPTICAS nº 18

63 6 de cada 10 familias españolas no lleva a sus hijos a una revisión visual EN ESPAÑA, MÁS DE 721.000 MENORES SUFREN LA DENOMINADA POBREZA VISUAL INFANTIL DEBIDO A LOS PROBLEMAS FINANCIEROS DE SU FAMILIA, QUE NO PUEDEN ASUMIR EL GASTO DE UNAS GAFAS O LENTES DE CONTACTO. Una buena visión es imprescindible tanto para el correcto desarrollo del menor como para su aprendizaje. De ahí que la prevalencia de la pobreza visual infantil afecte a su rendimiento escolar y su integración social, ya que ven comprometida su capacidad para leer, escribir y participar en actividades diarias. En este sentido, los datos del último estudio Radiografía de la pobreza visual infantil en España 2024, de la Asociación Visión y Vida, presentado el pasado mes de octubre como antesala del Día Mundial de la Visión, han puesto de manifiesto que la pobreza visual infantil persiste en nuestro país. Lo que significa que el 8,6 % de los menores en nuestro país sufre pobreza visual, es decir, más de 721.000 niños no pueden disfrutar de una buena visión por los problemas económicos de su familia, dado que el coste que suponen sus gafas o lentes de contacto puede suponer un quebranto para la economía familiar. Asimismo, factores como la falta de acceso a exámenes visuales y lentes correctivas, especialmente en aquellas comunidades más desfavorecidas, agravan el problema. Por ello, detectar y tratar la pobreza visual infantil a tiempo es fundamental para evitar problemas de aprendizaje y promover un desarrollo integral. Sobre todo, porque la intervención temprana puede transformar la vida de estos niños, brindándoles igualdad de oportunidades para su futuro. Este informe, una actualización del presentado el pasado año 2022, mide por primera vez la prevalencia de la pobreza visual en nuestro país. Un término surgido en la crisis de 2008-2014 y que nació vinculado a la situación de vulnerabilidad que comenzaron a vivir millones de familias en España y que estaba basado en situaciones de pobreza energética, pobreza alimentaria y pobreza visual. “Acuñamos este término cuando detectamos que, ante una situación de vulnerabilidad económica, hay personas que tienen incapacidad para hacer frente al gasto que supone comprar o renovar sus equipamientos ópticos. En el caso de la pobreza visual infantil, nos referimos a aquellos casos en los que un menor de 18 años necesita gafas, lentes de contacto o terapia visual para poder ver bien, pero la situación económica de su familia no se lo permite”, explica el presidente de Visión y Vida, Salvador Alsina. Los expertos de la salud visual tienen una cosa muy clara: cuando se vive con restricciones o cuando se es vulnerable, la visión deja de ser una prioridad. Sobre todo, porque la visión no duele, de ahí que un problema visual latente pueda pasar completamente desapercibido. En el caso de los menores de edad, porque no saben qué es ver bien, aparte de que su sistema visual, con grandes capacidades de adaptación, se acostumbra a su capacidad visual. Mientras que, en el caso de los mayores, la solución a

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