53 la visión borrosa, la visión doble, dolor de cabeza y problemas posturales, que vienen dados, en muchas ocasiones, por el uso excesivo del trabajo en visión próxima. Gafas, lentes de contacto y terapia visual adaptadas a cada caso tras un estudio visual completo y personalizado por parte de un profesional de la visión son soluciones ópticas avaladas científicamente que ayudan a resolver los problemas oculares detectados para asegurar un correcto desarrollo del menor. Pero, ¿cuáles son las más adecuadas para ellos? Instrumentos ópticos como las gafas suelen corregir eficazmente los errores de refracción del ojo, también entre los más pequeños. Como explica la Asociación Española de Pediatría, en las primeras etapas de la vida, las gafas se usan para corregir los errores de refracción causados por la hipermetropía, la miopía o el astigmatismo, si bien pueden ser necesarias, asimismo, para ayudar a enderezar los ojos cuando no están bien alineados (estrabismo) o, en los casos de ojo vago (ambliopía), para ayudar a fortalecer la visión del ojo débil. De hecho, si uno de los dos ojos tiene poca visión, puede ser conveniente el uso de gafas para proteger el otro ojo. En este punto, debemos preguntarnos: ¿cómo deben ser las gafas de los niños? Según los expertos, los cristales o lentes recomendados serán de material orgánico, como el policarbonato, que son inastillables, aunque tienen la desventaja de que se rayan con mayor facilidad. Además, han de tener la graduación exacta prescrita y ser un producto tan pequeño y ligero como sea posible para que no molesten, pero lo suficientemente grandes para que el niño no pueda mirar por fuera de los cristales. Por ello, para los niños más pequeños son recomendables las monturas de plástico rígido, mientras que para los bebés la mejor opción son las gafas de silicona. Otro detalle a tener en cuenta es el tamaño, por lo que la montura debe ajustarse adecuadamente a la forma de la cara del niño o niña. Las gafas deben encajar bien y ser cómodas, de lo contrario el niño no querrá ponérselas. Asimismo, los ojos deben estar centrados en medio de los cristales para que el centro óptico de la lente coincida con el punto de visión de cada ojo. La distancia entre los cristales y los ojos ha de ser la mínima posible, siempre que las gafas no toquen las mejillas ni las pestañas. Por arriba no deben llegar por encima de las cejas, pues de lo contrario se limita la expresión facial, y por abajo han de estar entre el párpado y la mejilla, sin descansar en los pómulos. De igual manera, es aconsejable que el puente que apoya en la nariz ofrezca la mayor área de contacto posible, para que las gafas queden bien sujetadas. El último aspecto a tener en cuenta son las patillas, preferiblemente blandas para que se puedan ajustar con facilidad a la parte posterior de las orejas, permitiendo un buen agarre y seguridad. Para los bebés y los niños más pequeños son adecuadas las patillas rectas y elásticas que se sujetan por detrás con una goma. Nuevos materiales Respecto a las lentes de contacto en la infancia, al contrario de lo que mucha gente cree, las lentes de contacto pueden ser una modalidad de tratamiento muy útil, incluso necesaria, para niños con diferentes necesidades optométricas. En este sentido, la vicedecana del Colegio de Ópticos-Optometristas de Castilla y León (COOCYL), Ana Belén Cisneros, aclara que no hay una edad determinada para comenzar a usar lentes de contacto en niños, pues depende de su grado de responsabilidad y de la facilidad que tenga “para adquirir los hábitos y las destrezas manuales necesarias para usarlas de manera adecuada y mantenerlas con una higiene correcta”. Conviene destacar que, para los más pequeños, la opción recomendada son las lentes diarias, ya que no requieren mantenimiento ni medidas especiales de higiene y se desechan al final del día. Por otro lado, la experta del COOCYL recuerda que, en los últimos años, han aparecido nuevos materiales más biocompatibles con edades tempranas, ya que aportan mayor comodidad y seguridad para el uso continuado. Por todo ello la utilización de lentes de contacto se recomienda cada vez más pronto, entre otros casos, para niños con miopía, pues es fundamental “llevar un buen control de la ametropía para ralentizar su progresión y evitar alteraciones futuras, además de mejorar su calidad visual”. Ante esta problemática, el uso de lentes de ortoqueratología (lentillas que se utilizan durante el sueño y que compensan la graduación para ver bien durante el día) o especiales para el control de miopía son las más efectivas. Asimismo, se recomienda el uso de lentes de contacto en niños y adolescentes que practican determinadas actividades extraescolares o deportes, para los que es indispensable una óptima visión y en donde el uso de gafas podría interferir. Aparte de la comodidad que supone para el usuario la utilización de lentes de contacto respecto a las gafas. Eso sí, son productos sanitarios que requieren una adaptación individualizada y personalizada por parte de un óptico optometrista. Por lo que, debido a esa condición, es necesario seguir unas pautas de manejo y conservación. “No se deben adquirir por internet o en bazares, mercadillos u otros puntos de venta no autorizados, ya que, en este caso, no están sujetas a ningún tipo de control o medida de seguridad sanitaria”, advierte Ana Belén Cisneros. Pantallas y terapia visual Por su parte, la función de la terapia visual ortóptica es la de corregir deficiencias visuales y mejorar el rendimiento visual de los niños, a través de ejercicios visuales programados, mediante los cuales, el óptico optometrista puede reequilibrar, potenciar y optimizar las habilidades y capacidades del sistema visual del pequeño. Cabe tener en cuenta que las anomalías de la visión, que no son patologías oculares o defectos refractivos, responden a problemas de funcionalidad o eficacia visual relaLAS GAFAS DEBEN ENCAJAR BIEN Y SER CÓMODAS, DE LO CONTRARIO EL NIÑO NO QUERRÁ PONÉRSELAS
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