IM OPTICAS nº 19

54 OPTOMETRÍA PEDIÁTRICA cionados con la capacidad oculomotora, es decir, movimientos oculares, la capacidad acomodativa (enfoque y desenfoque), y la binocularidad, que tiene que ver con la coordinación simultánea de ambos ojos. Todas ellas esenciales para obtener una eficacia visual correcta. Asimismo, según señalan los expertos en el libro La salud visual en las distintas etapas de la vida, dichas anomalías pueden deberse a problemas de percepción o procesamiento visual: es decir, escasa memoria visual, coordinación visomotora, discriminación de detalles o distinción de figura-fondo, entre otras. Por ello, con el propósito de reducir los síntomas y contribuir a la mejora del rendimiento, los profesionales de la visión trabajan y refuerzan las habilidades visuales afectadas mediante ejercicios optométricos individualizados, que ayudan a los niños y permiten su automatización e integración en las capacidades motoras y cognitivas. De igual manera, adoptar posturas inadecuadas en el ámbito escolar puede provocar, tarde o temprano, dolor y limitaciones en el funcionamiento corporal. Además de desarrollarse problemas visuales, como acomodación ocular, dificultades en la coordinación de las manos con los ojos y una deficiente organización espacial. Pero también puede suceder lo contrario. Es decir, que una visión defectuosa en el aula pueda fomentar giros de cabeza para ver mejor, lo que puede conducir a posturas contraproducentes que pueden afectar al cuello o la espalda. En este sentido, algunos síntomas inequívocos de que la postura del estudiante puede estar interfiriendo en una adecuada visión tienen que ver con dificultades de memoria, concentración, atención o bajada del rendimiento escolar; dolores de cabeza, migrañas, vértigos o mareos; perturbación cognitiva, como dislexia, disgrafia o déficit de atención; descoordinación motora, como dificultad para respetar las líneas, a la hora de realizar trabajos manuales, dificultad en el momento de dibujar o descoordinación oculomotora; déficit de convergencia ocular, que tiene que ver con el rechazo a la lectura o sufre astenopia ocular; y, por último, otra serie de síntomas generales, como picor de ojos, visión doble o borrosa, y dolor aislado persistente en el cuello o la espalda. Y el uso generalizado de las pantallas, ordenadores y dispositivos móviles tambié tiene mucho que ver en los problemas visuales de los menores y adolescentes. De hecho, los profesionales de la visión advierten de que con el uso de la tecnología digital se están comenzando a manifestar una serie de síntomas visuales que están provocando el incremento de la fatiga visual. Por eso han establecido un decálogo para el buen uso de las pantallas electrónicas, con una serie de grandes consejos entre los que destacan la necesidad de que la distancia mínima entre los ojos y la pantalla sea de entre 40 y 50 centímetros. También se indica que el mobiliario utilizado deba ser el adecuado para dicha actividad, donde la mesa se pueda inclinar entre 20 y 30 grados, y que la silla permita mantener la espalda completamente recta, con los pies apoyados por completo en el suelo. A su vez, la estancia debe estar ventilada y recibir luz natural, evitando sombras y reflejos en la pantalla, a la vez que se hace especial hincapié en el descanso necesario de los menores y adolescentes, y su buena alimentación. Asimismo, se recuerda, en este caso, sobre todo, la necesidad de que los niños y adolescentes se realicen, periódicamente, un análisis visual completo, que va a permitir al óptico optometrista comprobar la agudeza visual en ambos ojos y si el menor necesita la compensación de algún defecto refractivo. A la vez que le servirá para valorar el correcto funcionamiento del sistema acomodativo, vergencial y de los movimientos oculares, aspectos fundamentales que pueden afectar al rendimiento escolar y académico.

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