74 bargo, apunta, “pueden ser tratadas mediante varias estrategias, en las que se suelen integrar terapias sonoras, corrección del déficit auditivo, asesoramiento, asistencia y atención psicológica, usando fármacos o técnicas de relajación”. Educación en prevención auditiva En este sentido, Bonafont asevera que “siempre parece que se le da más importancia a la visión que a la audición. Pero, no debería ser así. Estudios bastantes recientes nos dicen que el no atender las deficiencias auditivas puede ser un factor de riesgo para el desarrollo de problemas cognitivos en personas de edad avanzada”. Por ello es fundamental la educación en materia de prevención auditiva, ya que, “aunque no todas, hay muchas sorderas que sí son evitables”, y añade “acciones de comunicación a través de medios y escuelas, así como procesos de control en productos multimedia que permitan niveles no dañinos, deberían forma parte de los procesos normales”. En las últimas décadas el tipo de pacientes ha cambiado y ello es debido a la irrupción de las nuevas tecnologías. A este respecto, Carles Bonafont señala que actualmente “estamos observando que cada vez hay pacientes más jóvenes con audiometrías fuera de la normalidad”. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el 50% de los jóvenes entre 12 y 35 años están en riesgo de tener pérdidas auditivas por exposición continua al ruido, sobre todo en las actividades de ocio. El consejo de Carlos Bonafont es que “hay que guardar prudencia a la hora de someter a nuestros oídos, y sobre todo a la población infantil, a fuentes de sonido intensas. Sin darnos cuenta, los que vivimos en centros urbanos estamos expuestos a niveles de ruido importantes. Huir de entornos de ruido es siempre una buena idea. Al escuchar música con auriculares, principalmente en estos entornos ruidosos, nos obliga a subir más el volumen. Algunas tecnologías, como los canceladores de ruido en los auriculares, nos permiten oír lamúsica sin que esté enmascarada por el ruido externo y esto permite poder disfrutar de la música a niveles más bajos y, por ende, menos dañinos” La exposición a sonidos fuertes es una de las causas que puede desembocar en una pérdida auditiva, pero no la única. Carles Bonafont apunta también a “causas genéticas, envejecimiento de las estructuras del oído, enfermedades infecciosas, otitis crónicas, complicaciones en el nacimiento o al uso de ciertos medicamentos con efectos ototóxicos”.
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